A través de la música podemos contar historias, darle un significado a lo que la música nos transmite.
Esta actividad trata de la elaboración de una historia en la que esté presente la música. En cada cuento debía aparecer, al menos, 3 efectos sonoros que se repitan y una canción adaptada al hilo argumental del cuento.
Además, debíamos elegir entre las siguientes opciones:
- Cuento 1: África, color rojo, danza, hechicero.
- Cuento 2: Asia, color amarillo, melodía, campesina.
- Cuento 3: América, color azul, himno, vaquero.
En mi grupo escogimos la primera opción y creamos un cuento basado en 2 brujas y 2 magos que enseñan magia a sus aprendices en un castillo. Todos los hechizos los realizan conjuntamente pero, cuando una de las brujas rechaza la ayuda de los demás, realiza un hechizo que sale mal y los traslada accidentalmente a África.
La moraleja del cuento es que, aunque es que es bueno el trabajo en equipo y que hay que respetar y ayudar a los demás. Para la interpretación nos disfrazamos, utilizamos una flauta de émbolo para marcar sonidos ascendentes y descendentes que aportaban animación, aportamos un caldero del que sacábamos los objetos, resultado de los hechizos que salían bien. Todo esto, nos ayudaba a captar y mantener la atención de los niños.
La canción inventada, que representaba el hechizo, era interpretada cada vez de forma triple, es decir, una vez cantada y bailada, una vez tocada con un metalófono, y otra vez cantada y bailada.
Las veces en las que se cantaba el hechizo, se pedía a los niños que tocaran sus cotidiáfanos para ayudar a realizar el hechizo y, al final del todo, se les pidió que realizaran la danza. Esto último, en la primera actuación nos salió bastante mejor que en la última, aunque lamentablemente no pudimos grabarla por problemas técnicos. Los niños se ponían de pie pero permaneciendo en sus lugares y, desde ahí, realizaban la danza. Sin embargo, en la segunda ocasión, solicitamos a los niños que hicieran un círculo alrededor del caldero y nos llevó un tiempo organizarlos porque todos querían ponerse pegados al caldero para ver qué había en su interior. Fue un error del que aprendimos. Al final, tras solicitarles dar pasos hacia atrás, pudimos proseguir con la interpretación y ellos participaron con nosotras.
La primera actuación, también fue más fácil de controlar por haber estado dirigida a una sola clase, al contrario que para la última, la cual realizamos para dos clases al mismo tiempo y, por el gran número de alumnos, hubo un poco más de descontrol. Sin embargo gustó bastante y, a pesar de que alguno que otro nos recriminó que no hacíamos magia de verdad (aclarando que no le estábamos engañando), fue una situación graciosa. Yo le pregunté a un niño: Vaya, ¿entonces no te ha gustado? A lo que contestó: Sí, pero no era de verdad.
Así que nos llevamos anécdotas graciosas como resultado de una actuación que, al principio nos invadía de nervios y la que finalizamos disfrutando muchísimo y en la que todos los niños pudieron participar activamente de modo que pudieron sentirse parte importante de la historia a través de la música.
Al igual que a nosotras se nos ofreció la elaboración del cuento bajo unas determinadas consignas, como maestras podremos extraer elementos claves de nuestras unidades didácticas o proyectos para elaborar un cuento musical cuyo contenido esté relacionado. Con lo que obtendríamos un método didáctico basado en la experiencia directa y dónde captaremos la atención del niño para ayduarles a interiorizar mejor los contenidos.
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